Ceremonia de Clausura de la Primera Generación de la Escuela de formación de Liderazgos Adolescentes de la Ciudad de México.

Publicado el 09 Diciembre 2017
Discurso 50, 2017.

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Dra. Teresa Incháustegui Romero
Directora general del Instituto de las Mujeres de la CDMX
Ceremonia de Clausura de la Primera Generación de la Escuela de formación de Liderazgos Adolescentes de la Ciudad de México.
Museo Memoria y Tolerancia

“La Escuela puede plantearse para el año que entra en 9 delegaciones, convocar a otras adolescentes para que participen y ustedes que continúen su formación”


Buenos días a todas y todos.

Estoy muy contenta de estar y, sobre todo, tener aquí a las adolescentes pioneras de la Escuela de Liderazgos, también a sus familiares, sus papás, sus mamás, sus compañeros amorosos. Me da mucho gusto porque esto es parte de una comunidad que estamos creando en la cual, todas y todos participaron de alguna forma, los papás apoyando, las parejas amorosas acompañando y participando de esta experiencia.

Esta Escuela, de la que se gradúa la primera generación, ha sido fruto de un proceso de construcción que como ya comentábamos, hemos venido construyendo y este es el tercer año en el que un foro con varios talleres, va tomado forma.

Estamos ante el reto de seguir construyendo con ustedes, de continuar y hacer extensiva la experiencia, a otras adolescentes, a otros espacios.

Actualmente el Instituto trabaja, como parte de un proyecto de participación comunitaria, en la generación de espacios seguros y libres de violencia contra las mujeres y las niñas en nueve delegaciones, donde tenemos actividades con hombres y mujeres jóvenes para reconocer la presencia de la violencia y cómo intervenimos hombres y mujeres en esta problemática.

Pienso que la Escuela puede plantearse para el año que entra estar en estas 9 delegaciones, convocar a otras adolescentes para que participen y, por supuesto, ustedes que son las pioneras también apoyarnos a participar, que continúen su formación y que este proceso lo hagamos reflexivo en donde tanto ustedes, como Unicef y el Instituto vayamos aprendiendo de esta construcción.

Es muy gratificante escucharlas, asistir a este proceso de crecimiento y a lo mejor, en algunas de ustedes, despertar esa chispa, pues seguramente están aquí porque tienen dentro de sí esa chispa de liderazgo y esa es la que queremos despertar y alimentar.

Creo que todas las personas con diferentes talentos, con diferentes dotaciones, tenemos esa posibilidad de despertar en nosotras y nosotros ese ímpetu por crecer, por construir una vida reflexiva, no una vida donde todo lo que esté afuera nos pueble y nos habite sin que tengamos conciencia de quién somos, en medio de todas estas personas y toda esta sociedad que se nos echó encima, sino que tengamos la posibilidad de construirnos de dentro hacia fuera, no que sea lo de afuera lo que nos habite, de manera inconsciente y uno vaya siguiendo las pulsiones y las demandas, no sólo de nuestro entorno inmediato, sino también de la publicidad y de las cosas que nos venden como rutas para la vida.

En realidad, lo que necesitamos es construir ese espacio en donde hombres y mujeres podemos ser personas, más allá del sexo que tengamos, más allá de si somos hombres y mujeres, somos personas, y en ese espacio construirnos, analizar y ver.

Esto es parte de ese despertar, porque ser persona significa construirse como alguien que tiene autonomía, derechos, que tiene una calidad moral, y no hablo de moralina, sino de esa referencia a la superación, a crecer, a ser mejores cada día, a ser humanos, porque la humanidad no es un destino, es una ruta para llegar.

Los humanos podemos compartir muchas cosas con los animales, pero la humanidad es un proceso de crecimiento y con esa referencia a la igualdad de derechos. Efectivamente yo coincido con Christian en que los hombres y las mujeres no somos iguales, por muchas razones históricas, culturales y hasta biológicas.

Tenemos diferencias que no deben ser objeto de la desigualdad, ese es el tema, que por ser distintos hombres y mujeres, no quiere decir que lo que hacen los hombres debe ser más apreciado, mucho mejor remunerado y lo que hacemos nosotras se considere invisible, algo que se considere, no parte de un talento sino de una naturaleza, sino poder desde esas diferencias aportar y crecer.

En este sentido, creo que estos ejercicios son muy importantes y muy útiles, porque además tenemos que formarnos no sólo como personas, sino como ciudadanas y ciudadanos, nuestro país está necesitado de buenos gobernantes y de ciudadanos y ciudadanas responsables y demandantes, pero también cumplidores de sus obligaciones, de sus deberes como ciudadanos en los espacios públicos, en el respeto al orden, a las leyes, a cumplir para poder demandar porque a veces somos una sociedad demandante pero no cumplidora y eso es parte de un crecimiento que tenemos que tener.

Me parece que es muy justo agradecer a: Angélica García Dávila, del equipo de Educación de Unicef; a Violeta Vargas García, a Marlene Molotla López, a Lourdes Marroquín Morgado, a Sol González Eguía; a los instructores de defensa personal: José Antonio Arroyo Brígido, Alejandro Ordóñez Reyes, a José Arturo Arroyo Méndez; también a Aurelia Nava y Ángela Alfarache, del equipo de Inmujeres.

Vamos a continuar en este crecimiento, vamos a buscar más recursos para poder extender nuestra actividad y ahora tendremos que trabajar en dos planos, en el plano de los nuevos grupos de las líderes adolescentes, pero también de las líderes ya de la primera generación que se incorporen como promotoras de este proyecto, que sea un espacio de diálogo, de reflexión y crecimiento.

Quiero agradecer a la licenciada Hazel Villareal, donante para la Escuela de Liderazgos, yo creo que vamos a buscar más donantes porque queremos tener un poco más.

Muchas gracias.

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